ISSN electrónico: 1585-5210
DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.31194

EL MITO DE TIRESIAS Y LOS ESTADOS INTERSEXUALES

The Myth of Tiresias and Intersex States

Agustín HIDALGO ()

Área de Farmacología (Departamento de Medicina). Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud. Universidad de Oviedo (España). Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA). Fundación Bancaria Caja de Ahorros de Asturias. Instituto de Investigación Sanitaria de Asturias (ISPA) (España).

Correo electrónico: hidalgo@uniovi.es

Recibido: 16 de junio de 2022
Aceptado: 23 de junio de 2022

 

Somos un movimiento continuo, estamos en constante transformación. Entre el no ser y el volver a no ser, nuestro cuerpo y nuestra persona es un cambio continuo, un cambio tremendo que empieza en el desarrollo embrionario y termina con la muerte. En todo ese periodo estamos en cambio constante. Esta es, al menos, la idea que transmite Gavin Francis en su obra Mutatio Corporis. Medicina y transformación1. Francis es médico práctico que ejerce la medicina en Edimburgo y ambienta las historias que cuenta muy atento al humanismo, abierto al humanismo médico en la relación con el enfermo, y al humanismo clásico en la lectura de la tradición mitológica clásica aplicada a las patologías. Esta relación entre mito y medicina es perfectamente aceptable porque venimos del mito. Tal es así que la antigüedad clásica creó un mito, un dios, un héroe, con las características propias de todas (o casi todas) las orientaciones conocidas de personas, tanto en salud como en enfermedad. Asclepio, el dios de la medicina, instruido en el arte médico por el centauro Quirón, no deja de ser un ejemplo paradigmático de lo que decimos.

Esta relación entre el mito, la literatura y la praxis se reedita cada día en la consulta médica en la que dos expectativas diferentes (la del médico y la del enfermo) se encuentran y establecen un diálogo que reescribe toda la historia de la medicina. La Grecia Clásica, de mano de los hipocráticos, pasó del mito a la razón para explicar la enfermedad y envió al mito al refugio de la literatura que, a su vez, nos permite rememorar e identificar los orígenes y fines de la enfermedad y del acto de la curación.

Mutatio Corporis llega a lo más moderno y molecular de la enfermedad identificando el origen mítico de buena parte de las situaciones que analiza. El mito acuna la literatura y la literatura genera las leyendas fuente de las que emana la interpretación de la vida. En el mito estamos todos, incluso lo más improbable, lo que tienen la menor ocurrencia. Y al final, todos somos literatura: el origen, la transformación, la enfermedad, la medicina, la curación y la vida misma. Somos narración, hemos creado el Homo Narrans2.

En El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable3, el autor Nassim Nicholas Taleb se hace eco de una serie de hechos de baja prevalencia, de escasa presencia en la naturaleza, lo que nos obliga a pensar que se inscriben en el terreno de la anécdota, de lo azaroso, de lo provocado artificialmente o, sencillamente, de lo que tiene una ocurrencia muy limitada de forma natural. En medicina también se dan estas situaciones de baja prevalencia, por ejemplo las enfermedades raras, que actualmente son objeto de gran atención científica, económica y mediática. También pertenecen al grupo de baja prevalencia los estados intersexuales en los que concurren el mito, la ciencia, la sociedad y la práctica médica, y que exige una adecuada formación humanística, científica, profesional y ética de los médicos para enfrentar estas situaciones.

Según Taleb, el concepto Cisne Negro debe reunir tres atributos: es una rareza, pues está fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. Segundo, produce un impacto tremendo. Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible. Rareza, impacto extremo y predictibilidad retrospectiva definen al Cisne Negro de las patologías poco prevalentes también; es decir, son poco predecibles, y esa dificultad de predecir las rarezas implica la incapacidad de establecer el curso de la historia personal de muchos afectados por patologías poco prevalentes.

Las enfermedades no prevalentes generan sufrimientos ocultos por el no reconocimiento como afección/enfermedad y, por tanto, no se establecen mecanismos de cobertura y cuidados, quedando relegados a la familia y entorno próximos4. Por otra parte el nacimiento de un niño intersexual supone un impacto emocional tremendo en la familia y el entorno que hay que gestionar con eficacia y explicar con delicadeza las razones potenciales de la ocurrencia para racionalizarlas y reducir el impacto del azar, las interpretaciones mítico-religiosas y la estigmatización del afectado. Sin embargo,

Desde el mundo antigua hasta al Renacimiento, existen muchos ejemplos en textos médicos y de otras clases en los que hombres y mujeres, más que como simples opuestos, son concebidos como seres que comparten características esenciales, capaces incluso de cambiar de uno a otro sexo. Desde las anatomías de Aristóteles y Galeno a las especulaciones de Thomas Browne, durante la mayor parte de la historia de la ciencia, la transición de mujer a hombre era vista no solo como algo posible, sino también esperado cada cierto tiempo. Solamente hace unos doscientos o trescientos años, con el duro racionalismo de la Ilustración, fue remitiendo este punto de vista más libre.1

Tiresias fue, junto a Casandra, uno de los adivinos más celebrados del mito griego5. Nacido varón, Hera lo transformó en mujer por golpear a dos serpientes que se estaban apareando y matar a la hembra. En este estado estuvo siete años durante los que sirvió como sacerdotisa a Hera hasta que volvió a ver dos serpientes apareándose y, en este caso, mató al macho, siendo devuelto a su estado natural de hombre. En ese momento, Atenea lo dejó ciego por mirarla desnuda mientras se bañaba en el río6. Puesto que gozó de los dos sexos, es invocado en los estados intersexuales. Pero hay otra versión para explicar la ceguera de Tiresias. También cuenta la leyenda que precisamente por haber sido tanto hombre como mujer fue consulado para resolver la disputa entre Zeus y Hera acerca de quién disfruta más el placer sexual, si el hombre o la mujer. Tiresias declaró que, según su experiencia, el sexo era nueve veces más placentero para las mujeres que para los hombres, lo que enfureció a Hera, que había apostado lo contrario con Zeus, y lo dejó ciego. En compensación, Zeus, le otorgó la facultad de la clarividencia, el don de la profecía 5,7.

Gavin Francis cuenta que Michael de Montaigne y Ambroise Paré contaron la historia de Marie, una joven porqueriza que, al saltar una acequia mientras perseguía a algunos de sus cerdos, descubrió que su vagina se había transformado en un pene, convirtiéndola así en un hombre. La transformación fue confirmada por el obispo y Marie fue bautizada por segunda vez como «Germain», que recibió el honor de ser nombrado cortesano del rey. Es probable que Germain fuera un varón XY y que el crecimiento de su pene no fuera repentino, sino que se produjera de manera gradual a lo largo de varios meses. El proceso es descrito con detalle por la heroína/héroe de la novela Middlesex8, de Jeffrey Eugenides: la explosión hormonal de la pubertad provoca el crecimiento del pene y de la barba, el descenso testicular y el agravamiento de la voz.

Pero «La identidad está enormemente influenciada por nuestros contextos individuales y culturales, y los elementos que constituyen nuestra identidad cambian de manera incesante durante las diversas interacciones sociales». Todos nos beneficiamos de los elementos que permiten que nuestra identidad esté en perpetuo cambio. En Los Argonautas9, Maggie Nelson alude a la exasperación de su pareja ante la idea de que todo aquel que expresa su género de manera ambigua se vea obligado tarde o temprano a dirigirse hacia un extremo u otro del espectro y señala que todos nos hallamos inmersos en un incesante proceso de transición, independientemente de nuestro género: «Por dentro, éramos dos animales humanos inmersos en una transformación, el uno al lado del otro, representando mutuamente el papel de testigos»9.

También TS Eliot, en La tierra baldía10, escribió sobre el dolor de sentirse atrapado entre dos vidas, torturado e incapaz de ser plenamente aceptado en ninguna de ellas. En el mundo natural, habitar un espacio a medio camino entre dos géneros no sólo es posible, sino también algo frecuente. Los testimonios de la ciencia, de la medicina y de las personas con un género flexible o ambiguo son indicadores de que la distancia entre las dos vida de Tiresias no tienen por qué ser tan grandes y de que, en ocasiones, la elección no ha de ser necesariamente tan brutal. Así mismo, El chico de oro11 (obra de Abigail Tarttelin) también es intersexual, aunque él no lo sabe porque sus padres decidieron ocultárselo después de hacerle pasar por el quirófano de niño. Max Walker es el prototipo de adolescente rubio, atleta, estudioso, triunfador entre sus compañeros y querido por sus padres. A primera vista vive una juventud perfecta, pero solo en apariencia. Max descubrirá su lado femenino de la forma más cruel y abrupta: a partir de una violación. Desde ahí se sucederán las situaciones límite avivadas por el trauma y la exaltación hormonal.

Hoy, cuando los contextos culturales han cambiado profundamente respecto a las vivencias de la sexualidad12, la reasignación de sexo está interiorizada en nuestra sociedad y goza de un elevado grado de aceptación13 entre quienes se deciden por ello, si bien puede haber un bajo porcentaje que consideran que la cirugía de reasignación de sexo ha sido un error.

Referencias

1. Francis G. Mutatio corporis. Medicina y transformación. Madrid: Siruela; 2019.

2. Mankell H. Arenas movedizas. Barcelona: Tusquets; 2015.

3. Taleb NN. El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable. Madrid: Espasa; 2011.

4. Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP). Estados intersexuales e hipogonadismo. 2001.

5. Fry S. Eco y Narciso. En Mythos. Los mitos griegos revisitados. Barcelona: Anagrama; 2019. Pp. 332-346.

6. Fry S. Mythos. Los mitos griegos revisitados. Barcelona: Anagrama; 2019.

7. Falcón C, Fernández-Galiano E, López Melero R. Diccionario de mitología clásica. 3ª Ed. Madrid: Alianza Editorial; 2013.

8. Eugenides J. Mildlesex. Barcelona: Anagrama; 2003.

9. Nelson M. Los argonautas. Madrid: Tres puntos; 2018.

10. Eliot TS. La tierra baldía. Barcelona: Lumen; 2015.

11. Tarttelin A. El chico de oro. Barcelona. Bruguera; 2013.

12. González García MI. La medicalización del sexo. El Viagra femenino. Madrid: Los libros de la catarata; 2015.

13. Avendaño TM. Daniela Santiago. Daniela Santiago: «Mi madre me dio vida dos veces: cuando me parió y cuando me pagó la reasignación de sexo». El País, 2 de mayo de 2022.

Agustín Hidalgo Balsera, licenciado y doctor en medicina por la Universidad Complutense de Madrid y Profesor de Farmacología de la Universidad de Oviedo. Entre sus áreas de interés se encontraban la repercusión social de los medicamentos y la representación social de la medicina y la enfermedad a través de las manifestaciones artísticas y los medios de divulgación científica y comunicación social.